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DIONISIO EL AREOPAGITA

DIONISIO EL AREOPAGITA es el nombre dado al autor de una serie de escritos (a los cuales nos referimos en la bibliografía) que ejercieron gran influencia sobre el pensamiento medieval. Se creyó durante mucho tiempo que el autor de tales escritos fue discípulo de San Pablo. Base de esta creencia fueron las manifestaciones del autor y el haberse identificado con el miembro del Areópago convertido al cristianismo después de la predicación del Apóstol (Hechos, XVII, 34). Hoy día se considera que las obras de referencia fueron redactadas a fines del siglo IV o comienzos del V bajo la influencia neoplatónica y especialmente a base de fragmentos de Proclo. Por tal motivo suele llamarse a su autor el Pseudo-Dionisio-y a veces Dionisio el místico-. Es frecuente asimismo referirse a sus doctrinas con los nombres del Corpus areopagiticum o Corpus dionysianum. Siguiendo el uso más generalmente aceptado hoy, nosotros usaremos con frecuencia el nombre de Pseudo-Dionisio, aun cuando a veces en referencias de otros artículos, hablaremos asimismo de Dionisio el Areopagita.

El problema central en el pensamiento del Pseudo-Dionisio es el de la naturaleza de Dios, y el de las posibilidades —e imposibilidades— de nombrarlo adecuadamente. «Es una regla universal —escribe al comienzo de su tratado sobre los nombres divinos— que conviene evitar aplicar temerariamente ninguna palabra, y hasta ningún pensamiento, a la Divinidad sobreesencial y secreta, con excepción de lo que nos ha sido revelado divinamente en las Sagradas Escrituras.» Por lo tanto, todo conocimiento de Dios viene del propio Dios. Lo que se puede decir de Él de acuerdo con los nombres que aparecen en las Escrituras constituye el tema de la teología afirmativa. Superior a ella, sin embargo, es la teología negativa, en la cual se niega cuanto se había afirmado. Pero como esta teología negativa no hace sino reconocer la imposibilidad de aquella posibilidad, es necesario completarla con una teología superlativa, la cual consiste en admitir los nombres de Dios, pero en declarar que no podemos concebirlos. Esto sucede, según el Pseudo-Dionisio, no solamente con aquellos nombres con los cuales se pretende describir metafóricamente la Divinidad, sino también con aquellos que apuntan a una descripción metafísica. Dios es, en efecto, de tal modo superior y trascendente, que aunque hablemos de Él como el Bien, como el Ser y como lo Uno, deberemos entenderlo en un sentido que trasciende todas las significaciones, aun las más depuradas, de estos términos. En rigor, podemos decir —aunque no propiamente entender— que Dios es el Supra-Ser y lo Supra-Uno. Ahora bien, la teología superlativa no es una «solución» metafísica. Al final del citado tratado, el Pseudo-Dionisio señala que seguimos siempre «más acá» de lo que significan los nombres divinos, y que «los propios ángeles» deben confesar a este respecto su insuficiencia. La conclusión parece ser, pues, una teología mística en la cual el hombre alcanza el supremo «saber» por medio de la suprema ignorancia. Así, todo lo que el Pseudo-Dionisio dice de Dios y de su creación debe entenderse a la luz de las citadas restricciones. De acuerdo con ellas podemos decir que Dios es la Luz que ilumina todos los seres, los cuales son solamente en la medida en que están bañados por esa Luz que se desparrama por todos los entes. Al desparramarse, sin embargo, esa Luz no se pierde, divide o sume en la oscuridad. Todos los seres iluminados están ligados por el Amor, que los hace concentrarse hacia la Unidad suprema. Con todo, la distribución de esa Luz no es, por así decirlo, uniforme; se efectúa en una serie de gradaciones: las gradaciones divinas de la jerarquía celeste, y las gradaciones terrenales de la jerarquía eclesiástica. El Pseudo-Dionisio no pretende por lo demás, describirlas exactamente, pues reconoce el carácter imaginativo de sus símbolos. Especialmente, en lo que toca a las gradaciones celestes -dice al final de su tratado sobre la jerarquía divina— hubiera sido necesario para conocerlas «las luces de su iniciador».

Según indicamos, las obras del Pseudo-Dionisio ejercieron gran influencia en la filosofía medieval, y no solamente en la mística, sino también en la filosofía y, naturalmente, en la teología. Traducidas al latín por Hilduino y por Juan Escoto Erigena, fueron objeto de comentarios por muchos autores. Entre éstos citamos a Hugo de San Victor, Roberto Grosseteste, San Buenaventura, San Alberto Magno y Santo Tomás de Aquino.

Los escritos conservados del Pseudo-Dionisio comprenden: De los nombres divinos, De divinis nominibus; la Teología mística, la Jerarquía divina, y la eclesiástica (ver títulos en el artículo JERARQUÍA). No tenemos los Bosquejos teológicos a los cuales se refiere el autor al principio del tratado sobre los nombres divinos.

Edición de obras: Florencia, 1516; Basilea, 1539; Venecia, 1558; París, 1561 (ed. Morel); París, 1565 (Lansellius); Amberes, 1634 (Cordier o Corderius; es la misma edición reimpresa en París, 1644, y en Venecia, 1755-1756. De esta última procede el texto de Migne, P. G. III-IV). —El Onomasticum Dionysianum, que figura en la edición de Cordier, consta en la reimpresión de Migne. Ed. de la Jerarquía celeste: La hiérarchie céleste, texto crít. por Günter Heil, trad. fr. y notas por M. de Gandillac, 1958.

Índice: A. Van den Daele, S. J., Indices Pseudo-Dionysiani, 1961.

Bibliografía: Véase la bibliografía (páginas 61-64) al final de la introducción de M. de Gandillac a su trad. fr. del Pseudo-Dionisio: Oeuvres complètes du Pseudo-Denys l'Aréopagite, 1943. Esta introducción constituye un útil estudio preliminar. —Bibliografía de ediciones, traducciones y escritos sobre Dionisio: K. F. Doherty, S. J., «Pseudo-Dyonisius the Areopagite: 1955-1960», The Modern Schoolman, 40 (1962), 55-59. —Para las trads. latinas: Dom Chevalier (en colaboración con los RR. PP. Flinois, Bellot, Taillefer, Gsell, Cocherel, Ricaud, A. Schmitt), Dyonisiaca, recueil donnant l'ensemble des ouvrages attribués au Denys de l'Aréopage, et synopse marquant la valeur des citations presque innombrables allant seules depuis trop longtemps remises enfin dans leur contexte au moyen d'une nomenclature d'un usage rendu très facile, I, 1937; II, 1949.

Véase: J. Niemeyer, Dionysii Aeropagitae doctrinae philosophicae et theologicae, 1869. —J. Kanakis, Dyonisios der Aeropagita als Philosoph, 1881. —O. Siebert, Die Metaphysik und Ethik des Pseudo-Dionysius, 1894. —J. Stiglmayr, S. J., Das Aufkommen der Pseudo-Dionysii Schriften, 1895. —H. Koch, Pseudo-Dyonisios in seinen Beziehungen zum Neuplatonismus und Mysterienwesen, 1900. —P. Godet, art. Denys l'Aréopagite, en el Dictionnaire de Théologie catholique, de Vacant-Mangenot-Amann, t. IV, 1924. —Vladimir Losski, La notion des analogies chez le Pseudo-Denys l'Aréopagite, 1930. —G. P. Théry, O. P., Études dionysiennes. I. Hilduin, traducteur de Denys, 1932. II. Hilduin trad. de Denys (ed. de la trad.), 1937. —Íd., íd., «La théologie négative dans la doctrine de Denys l'Aréopagite», Revue des Sciences philosophiques et théologiques, 1939. —S. Scime, Studi sul neoplatonismo: filosofia e teologia nello Pseudo Dionigi, 1953. —R. Roques, L'univers dionysien. Structure hiérarchique du monde selon le Pseudo-Denys, 1954; reimp. 1983. —J. Vanneste, S. J., Le mystère de Dieu. Essai sur la structure rationelle de la doctrine mystique du Pseudo-Denys l'Aréopagite, 1959. —Michele Schiavone, Neoplatonismo e cristianesimo nello Pseudo Dionigi, 1963. —Ronald F. Hathaway, Hierarchy and the Definition of Order in the Letters of Pseudo-Dionysius: A Study in the Form and Meaning of the Pseudo-Dionysian Writings, 1969. —B. F. Mottoni, Il «Corpus Dyonysianum» nel Medioevo. Rassegna di studi 1900-1972, 1977. —S. Gersh, From Iamblichus to Erigena: An Investigation of the Prehistory and Evolution of the Pseudo-Dionysian Tradition, 1978. —K. Ruh, Die mystische Gotteslehre des Dionysius Areopagita, 1987.