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Este es el primero de varios libros en que he ido presentando mis ideas filosóficas. Su primera edición data de 1962, como resultado de una reelaboración a fondo de la obra que apareció en 1947 con el título El sentido de la muerte. Desde 1962 han visto la luz dos ediciones de la presente obra, cada una con varios cambios. En 1979 se publicó una tercera, nueva edición -así llamada por haberse introducido en ella modificaciones básicas. Traté entonces de poner la obra más en consonancia con ideas expresadas en otros libros míos, especialmente (pero no únicamente) los titulados De la materia a la razón (1979, reeditado en 1983) y El ser y el sentido (1967), que oportunamente se transformó en mis Fundamentos de filosofía (1985, reeditados en 1987), y que, si se perdona el pronombre posesivo, pudieran asimismo llamarse «Fundamentos de mi filosofía». La edición de El ser y la muerte aquí ofrecida toma como base la de 1979, pero ha sido revisada a fondo, tanto estilísticamente como sustancialmente. En el primer sentido destaco la eliminación de muchos incisos inútiles. En el segundo destaco dos aspectos: la completa refundición del capítulo 1 y la puesta al día de las secciones relativas a investigaciones biológicas sobre el envejecimiento y la muerte. Esta edición merece, pues, el nombre de «nueva edición revisada» -o de «edición novísima». Ninguna obra sobre ningún tema puede abarcar todos sus aspectos. El tema de la muerte no es una excepción. Muchos son los modos como puede enfocarse. De la muerte se han ocupado, y han dicho cosas merecedoras de gran atención, los poetas, los teólogos, los filósofos, los sociólogos, los historiadores y, desde luego, los biólogos, los médicos y los psicólogos y psiquiatras. En la presente obra el enfoque es filosófico y, a fuerza de tal, es más general e, inevitablemente, más «especulativo» que muchos otros, pero aun así es menester circunscribirlo. Para empezar, los puntos de mira filosóficos son variados -aun confinándose a nuestro siglo, hay diferencias notorias entre los diversos enfoques según la tendencia en cada caso abrazada: existencial, «analítica», naturalista, sobrenaturalista, etc. En enfoque aquí adoptado se halla dentro del marco de un modo de pensar filosófico elaborado en varias otras obras del autor. Como se verá, se estudia la muerte dentro del contexto del concepto (más amplio) de «cesación». Esto hace que la obra sea de carácter más «general» que muchas otras consagradas al tema. No la hace necesariamente más abstracta. Por el contrario: obliga a tener en cuenta ideas que se desprenden de trabajos llevados a cabo en otros campos, desde algunas de las ciencias naturales hasta varias investigaciones sociológicas y psicológicas. No hay que buscar en este libro consideraciones «prácticas» o «morales» del género de las que han proliferado en los últimos lustros, especialmente en la abundante literatura bioética y psiquiátrica. No se discute aquí, por ejemplo, el problema de la eutanasia -que ha sido tratado en el libro Ética aplicada (1981, 4.a edición ampliada, 1987), escrito en colaboración con Priscilla Cohn-, ni se examinan problemas como las varias decisiones, a la vez médicas y morales, que cabe tomar ante pacientes con enfermedades incurables. Me he limitado a tocar un poco a la carrera la cuestión de las actitudes que suelen adoptarse ante las personas fallecidas y ante «la muerte en general». El subtítulo de este libro indica a las claras que el tema de la muerte ha servido como punto de arranque para elaborar el tipo de filosofía o, si se quiere, de metodología filosófica, que he llamado «integracionismo». He examinado en otro lugar los varios sentidos en que cabe usar este vocablo. No todo el pensamiento del autor de esta obra puede reducirse a dicha metodología filosófica, pero en este libro desempeña un papel capital. |